domingo, 31 de enero de 2010

ARENITA DE PLAYA


Una brisa húmeda se cuela a través del suéter y me apelmaza mi piel. Respiro hondo y aprieto el paso intentando acompasarlo con la respiración. Él ya me ha sacado distancia y corre a lo lejos. Yo también lo hago a pequeños tramos, hasta que el pulso acelerado me obliga a caminar de nuevo. Intento no pensar en nada, concentrada en mi respiración y en mis pasos. Aun así, mis pupilas vagan inundándose de todo.
Los trenes pasan rápidos y por unos momentos borran el graznido de las gaviotas y las risas de los niños. Él se ha perdido en el horizonte y ya no alcanzo a verlo. Comienzo a sudar.
Me despierto inmobil en el camino. La mirada se me escapa hacia la playa. Se ve triste. Las olas se van rompiendo en unas aguas grises y inquietantes.
Entonces me paro... y me digo a mi misma: "¿Habrà sitio para nosotros? ¿Donde van las emociones cuando no son usadas?"
Empieza a hacerse oscuro y la Luna va saliendo ante mi cuerpo. Tan tranquila y tan bonita, como ventana hacia mi alma, iluminando paso a paso mis recuerdos.
Sigo sin entender la diferencia del amor reprimido y el responsable. Donde el valor queda escondido ante el miedo. Se adelantaron las nubes, y las estrellas salieron ya por la mañana. Y nosotros nos perdimos el momento.
Y este tiempo puede que se recupere. O simplemente quede colgado en la cima del olvido.
Y puede que mis palabras desparaezcan con las olas, o el viento se las lleve donde no llega mi pensamiento.
"Encontraremos esa farola apropiada, saldremos de las sombras y nos diremos algo como: Que será de nosotros... mi vida?"
Y mirando en el reflejo de esta agua gris de mi alrededor, me encuentro a mi misma, con una sonrisa entre dientes. Tendremos ese lugar para nosotros... Donde ni el tiempo, ni el alrededor se nos quedarà pendiente.